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Europa y semiconductores: tupla inseparable para un renacer tecnológico

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Artículo de Teresa Cervero,  Miembro del Grupo de Trabajo Microelectrónica y Semiconductores del COIT

Que vivimos en pTeresa Cerverolena era digital es un hecho. ¿Cuántos correos electrónicos enviamos al día? ¿Cuántas veces accedemos a las redes sociales? ¿Cuántos pagos con tarjeta realizamos? Está claro que dependemos de la tecnología, y cada vez más. Pero ¿qué sustenta la conectividad global, las transferencias de datos, los modelos de IA? La mayoría de los ingenieros lo tiene claro… ¡los centros de datos! Aun siendo la respuesta correcta, no es del todo completa. Sin duda alguna, los centros de datos son una pieza fundamental del puzle de infraestructuras sobre las que se apoya la era digital, pero no es la única. Existe un entramado mucho más complejo: satélites, antenas, fibra óptica… ¡los ingenieros de telecomunicación lo saben bien! Y, ¿qué tienen todos estos elementos en común? Los semiconductores. Ésta ha pasado a ser una palabra importante; una de ésas que tiene significado por sí misma. Una de ésas que dice mucho, pero a la vez no dice nada. Ha pasado a ser, en muchas conversaciones, un comodín; una palabra que, tristemente, hace que la mayoría de la gente (y hasta a veces los profesionales técnicos) no sepan qué significa.

Chips Act de la Comisión EuropeaSiendo rigurosos, los semiconductores son todos esos materiales, donde se incluyen las tierras raras, que por sus capacidades conductoras (para permitir, o no, el paso de la corriente) se utilizan para desarrollar los dispositivos más básicos para las comunicaciones: los transistores. Pero para ser más generalista, hablemos de chips, entendiendo éstos como el conjunto de millones de transistores. En cualquier caso, hoy por hoy, cuando se habla de semiconductores el concepto hace referencia a una acepción más amplia donde se incluyen todas y cada una de las etapas de la cadena de valor y de suministros que hacen que se puedan fabricar los chips.

Cuando se habla de chips, Estados Unidos, Taiwán, Japón y China resuenan en nuestras cabezas como países punteros. Y ¿qué papel juega Europa en este tablero tecnológico? Europa tiene actores importantes y sectores relevantes. No nos olvidemos de ello. Pero no es suficiente. Se necesita apoyo desde las instituciones para seguir fomentando y apoyando la innovación. En este sentido, la Comisión Europea puso en marcha los fondos de recuperación next generation tras el COVID. Fondos que en España se tradujeron en varias acciones destinadas al fomento y refuerzo de semiconductores bajo el paraguas de la iniciativa PERTE Chip.

Además, en el 2023 la Comisión Europea aprobó la European Chips Act; una iniciativa para apoyar y reforzar la competitividad y resiliencia europea en el área de los semiconductores, asegurando líneas de investigación para crear líneas piloto que generasen y/o reforzasen las capacidades de fabricación y control de suministros en Europa y para Europa. El resultado de su ejecución es muy positivo pues se ha realizado una apuesta muy importante en formación, en creación de talento, como base de una estrategia sostenible en el tiempo.

Tal y como se recoge en el nforme Draghi, Europa ha de continuar apostando por los semiconductores como pieza clave de la soberanía tecnológica. Se ha de implementar una estrategia que permita seguir fortaleciendo las capacidades existentes como motor de competitividad, que pasa por aprovechar las oportunidades presentes y futuras. Invertir en Europa para impactar en el mundo.

Europa puede posicionarse como referente en sectores tecnológicos clave, tales como la fotónica. En este intento, ya se está trabajando en el desarrollo de la European Chips Act 2.0 (en periodo de revisión).

Para contribuir a enriquecer esta iniciativa, existe en España un grupo de profesionales e instituciones comprometidas (entre los que se encuentran miembros del GT de microelectrónica y semiconductores del COIT). Instituciones y profesionales que están trabajando de manera coordinada para presentar una propuesta sólida y de impacto a la Comisión Europea. No se trata sólo de trabajar desde España para Europa. Sabemos que esto no es sencillo, ni suficiente. De ahí que, para tener un efecto tractor y motor, este trabajo ha de aunar visiones y necesidades generales, sin que ello impida poner en valor los elementos diferenciales nacionales, implementado una estrategia de lobby tecnológico con el apoyo de otras entidades e instituciones europeas relevantes. Sólo así podremos tener un impacto real en la implementación final de la Chips Act de la Comisión Europea. Europa puede ser como el ave Fénix, y renacer de sus cenizas.