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Hacia un ecosistema innovador en neurotecnología

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A finales de 2021, el gobierno anunció el lanzamiento de una manifestación de interés para identificar propuestas sobre la aplicación de la Inteligencia Artificial (IA) en neurotecnología, de modo que se contribuya a crear un ecosistema innovador y se fomenten la investigación, la transferencia de conocimiento a la industria.

Según el Gobierno, la apuesta por la neurotecnología se centra “en el impulso de la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación en IA en torno a dos parámetros: la implementación de tecnologías maduras y una visión a medio-largo plazo”. Este enfoque deberá servir para fomentar la generación de técnicas novedosas que permitirán desarrollar nuevos negocios y adentrarse en sectores no contemplados en la actualidad. Todo ello debería ser la base para el futuro de un ecosistema de innovación en neurotecnología denominado Spain Neurotech.

Cabe recordar que las manifestaciones de interés son consultas pensadas para reunir propuestas en posibles ámbitos de actuación con el fin último de garantizar la eficacia del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. En este caso la recogida de manifestaciones de interés estuvo abierta a todo tipo de agentes privados y públicos, incluyendo a empresas de cualquier tamaño, así como centros de investigación y universidades.

Las propuestas, que ya fueron recogidas, se debían enmarcar en torno a cinco líneas de trabajo: el fomento de la investigación en el ámbito de la neurotecnología y la IA; la aplicación de los resultados de esta investigación para el beneficio de la sociedad; la transferencia de conocimiento; la generación de talento nacional y atracción y retención de talento internacional, y la identificación y posterior desarrollo de soluciones para mitigar el impacto ético de la neurotecnología.

Comprender el funcionamiento del cerebro

La neurotecnología es una disciplina científica cuya misión es desarrollar instrumentos para “leer” y analizar de actividad neuronal, para controlar dispositivos externos a través de neuroprótesis, para alterar la actividad neuronal a través de la neuromodulación, y para reparar o normalizar las funciones básicas afectadas por trastornos neurológicos, y también para aumentar las capacidades cognitivas. Más allá de sus usos terapéuticos, la neurotecnología también permite avanzar en la investigación para el conocimiento del funcionamiento del cerebro.

Precisamente con este último objetivo arrancó en 2013 el proyecto BRAIN. Su ambición a 15 años vista es lograr obtener una foto completa, o un mapa detallado, de la actividad cerebral. Este proyecto científico sin precedentes fue impulsado por el científico español Rafael Yuste y cuenta con un total de 550 laboratorios participantes.

La neurotecnología, en combinación con la IA, abre la puerta a superar las limitaciones causadas por accidentes, como la tetraplejia (en este caso con brazos robóticos) o por condiciones de nacimiento, como la ceguera. Y, sobre todo, genera muchas esperanzas en el campo de las enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer o el Parkinson, entre otras. Hoy en día se ha avanzado en el diagnóstico de estas enfermedades y existen tratamientos que ayudan a paliar los síntomas, pero aun se está lejos de la curación.

El debate ético

Como se ha señalado, una de las líneas de trabajo que se contemplan en el futuro ecosistema de innovación en neurotecnología es la ética. El desarrollo de estas tecnologías ha desvelado una cierta preocupación en este ámbito, ya que el cerebro humano constituye la parte más íntima de la identidad individual. Por ello, ya se han creado grupos de reflexión, formados por científicos y filósofos, para abordar esta cuestión.

Una de las propuestas más relevantes desde la perspectiva ética pasa por ampliar la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 con “neuroderechos”, esto es, con nuevos derechos que permitan proteger a las personas de abusos o situaciones no tolerables derivadas de la aplicación de la neurotecnología, preservando su privacidad mental, su identidad, y su libre albedrío. Chile ha sido el primer país del mundo en trasladar esta cuestión a su legislación. (Foto: BitBrain)