Page 78 - Revista BIT nº 210 - Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación
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Ocio y +
Vinos
LOS COLORES DEL VINO
Como bien dicen todas las guías de cata, la primera información que nos da un vino es la que entra por la vis-
ta. Y es importante porque un buen vino es también bonito, y además su aspec- to dice cosas interesantes sobre él, más allá de si es blanco, tinto o rosado.
El color de un vino proviene princi- palmente de las pieles (los hollejos) de las uvas, porque las pulpas son prácticamente incoloras, salvo excepciones como la gar- nacha tintorera. Así las uvas tintas produ- cen vinos tintos cuando el mosto fermenta junto con los hollejos, o vinos rosados si sólo permanece en contacto (maceración) corto con ellos antes de fermentar, o inclu- so blancos si las uvas se prensan con cui- dado separando rápidamente los hollejos, como ocurre con gran parte del champán francés elaborado con tintas de pinot noir. Si las uvas son blancas el vino será blanco, y normalmente se fermenta separado de las pieles para dejar una mayor ligereza sin los taninos que éstas aportan.
A través de copas de cristal fino y transparente podemos observar un vino de dos modos: en volumen y en borde delgado. Lo primero es alzar la copa y ver si el vino es limpio o turbio, brillan- te o apagado, y el tipo e intensidad (la capa) de su color. Lo segundo consiste en inclinar con cuidado la copa sobre una superficie blanca (quizá el mantel o la servilleta) hasta precisar bien el tono de la lámina de líquido que que- da en el extremo. No es ciencia exacta, cada vino es un mundo, pero estas ob- servaciones pueden dar algunas bue- nas pistas.
En vinos tintos una capa oscura sue- le indicar una fuerte relación con los hollejos, que eleva también el conteni- do de taninos y extractos armando un cuerpo intenso. El color de los tintos jóvenes tiende al rojo amoratado que, según las formas de crianza y conser- vación, evoluciona con el tiempo por oxidación hacia el rojo cereza o rubí,
Manolo Gamella
el anaranjado y el teja, llegando a tintes marrones al entrar en la decadencia.
Los vinos rosados y blancos no cuen- tan con taninos para soportar cambios oxidativos, por lo que el margen de evo- lución aceptable suele ser muy inferior. En rosados los distintos grados de mace- ración entre el mosto y los hollejos puede dar lugar a intensidades de color que van desde tonos muy pálidos, tipo piel de ce- bolla, hasta el rosa intenso. La gama de colores de los blancos abarca tonos de amarillo claro, verdoso o pajizo, según la uva y el grado de prensado, o más inten- samente dorados por elaboraciones que pueden incluir la fermentación o crianza en barricas de roble, y tiempos de mace- ración con las levaduras (lías).
Para vinos, como para personas, la cara es un espejo del alma y como decía Vázquez Montalbán, a partir de cierta edad todos tenemos alguna responsabi- lidad en ello.
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