Page 81 - Revista BIT nº 210 - Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación
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Ocio y +
ra complementándolas con el contexto histórico recién aprendido.
El Museo del Prado se abrió el 19 de noviembre de 1819, bajo el Nombre de Museo Real, en el edi cio que hoy sirve de sede, el entonces denominado “Ga- binete de Historia Natural” creado por Carlos III y diseñado por el arquitecto Juan de Villanueva. Desde su origen, y durante los primeros cincuenta años, el museo fue propiedad de la Corona y sus fondos procedían de las Colecciones Reales que hasta entonces permanecían en palacios y otros edi cios vinculados a la Monarquía.
En la sala 2 descubro la importancia que tuvo el Museo de la Trinidad en la complementación y desarrollo del Mu- seo Real. Tras la muerte de Fernando VII, en 1833, se produjo un periodo de apertura política con importantes con- secuencias para el patrimonio como fue la desamortización de Mendizábal, que condujo a la venta de una parte notable del patrimonio eclesiástico que pasó a manos privadas. Simultáneamente se de- cidió preservar de la venta los archivos bibliotecas y pinturas que almacenaban, para cuya custodia se creó en 1838, en- tre otros, el Museo de la Trinidad , situa- do en la calle Atocha junto a la actual plaza de Benavente, que se nutrió de obras de carácter religioso procedentes de instituciones desamortizadas de Ma- drid y otras provincias castellanas.
La sala siguiente muestra como lle- gó la nacionalización del Museo del Prado y como se convirtió en la meca para los pintores a raíz de la revolución liberal de 1868, que puso  n al reina- do de Isabel II. En esa época el Prado pasó a formar parte del patrimonio del Estado, dejando de ser el “Museo Real” para convertirse en “Museo Nacional del Prado”. Este hecho propició la in- corporación de los fondos del Museo de la Trinidad y la de obras de artistas vi- vos, lo que proporcionó a su colección la condición de “contemporánea”, he- cho que atrajo la atención de los artistas modernos que buscaban inspiración en los maestros antiguos, como fue el caso
de los españoles Fortuny, Sorolla o del jovencísimo Picasso, e internacionales como Manet, Renoir o Klimt. En esta época las Meninas se convirtieron en el cuadro mas popular de Velázquez y este, junto a Goya, el que más atrajo el interés de los pintores del XIX.
En la sala 4 se explica como la condición de “contemporaneidad” del Prado se vio alterada en 1898 cuando se decidió abrir el Museo de Arte Mo- derno, ubicado en la actual Biblioteca Nacional, para exponer la obra de los artistas posteriores a Goya, hecho que propició que, a partir de este momento, el Prado se especializase en arte anti- guo. Años más tarde, en 1912, se creó el Patronato del Museo Nacional del Prado, compuesto por coleccionistas e historiadores, que acometió su primera gran ampliación, actualizó sus criterios expositivos, asumió su responsabilidad cientí ca, puso en marcha una impor- tante política de adquisiciones, promo- cionó la captación de legados como for- ma alternativa a la compra para ampliar la obra existente, y se potenciaron las exposiciones temporales iniciadas en 1902 con la dedicada al Greco.
En la sala siguiente, se expone la importancia de las donaciones y lega- dos testamentarios para el crecimiento de la colección del museo, gracias a los
cuales se ha podido completar la re- presentación del primer Renacimiento italiano, la naturaleza muerta del Siglo de Oro, los Tiepolo, Zurbarán. Particular interés tienen las donaciones y legados en la pintura posterior a Goya, como los paisajes de Carlos de Haes y Aureliano Beruete, mereciéndose destacar las do- naciones de Ramón de Errazu que legó 25 obras de españoles del siglo XIX que constituyen la base de la representa- ción de Fortuny y Raimundo Madrazo.
En las salas 6 y 7 se recoge el dra- mático peregrinaje de ida y vuelta a Gi- nebra de las obras del museo durante el periodo 1931 a 1939, y la actividad del museo durante el franquismo, época en que coincidieron importantes am- pliaciones arquitectónicas y destacadas adquisiciones (Greco, Rubens, Goya, Tintoretto).
Finalmente en la sala 8 se describe el periodo más reciente del museo (1975- 2019) caracterizado por las importantes repercusiones de la llegada de un régi- men democrático: aumento del núme- ro de visitantes, conversión del museo en destino turístico, crecimiento de la oferta educativa, adopción de la Ley del Patrimonio Histórico Español. En este periodo se rede nen las colecciones volviendo las obras del siglo XIX del Museo de Arte Moderno al Casón del Buen Retiro que albergó temporalmente el Guernica de Picasso, trasladado de-  nitivamente al Museo Reina Sofía en 1992, museo de arte contemporáneo.
Dicho todo lo cual, reconozco que, para mí, el punto álgido de la muestra, ha sido la contemplación conjunta, cuadro junto a cuadro, de la visión de la misma mujer por nuestros dos grandes “monstruos” de la pintura Goya y Picas- so. “La maja desnuda”, y el “Desnudo tumbado” en el que Picasso, en 1964, reinterpreta a Goya. Es una ocasión úni- ca para ver juntos ambos cuadros antes que el “Desnudo tumbado” vuelva al Israel Museum.
Ha sido un placer, un poco fatigoso, pero un placer al  n.
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